(paz ambigua)
lunes, 30 de marzo de 2009
martes, 24 de marzo de 2009
el temor a la vejez ¿envejece?
el temor a la muerte ¿enmuerta?
¿qué estoy haciendo con los miles yo
de compañeros muertos?
¿me estoy enmuerteando yo?
¿acaso les temo/amados?
¿te acaso temo paco/cara
como una alegría humana?
¿o los envidio yo tal vez?
¿o los envidio yo tal vez?
¿juntos como anduviéramos ahora
sin sufrir propio y ajeno?
¿pero por qué me lloro en vos-
otros pedazos de mi vida?
¿acaso puedo al fin llorar?
¿puedo por fin al fin llorar?
miércoles, 18 de marzo de 2009
domingo, 15 de marzo de 2009
domingo, 8 de marzo de 2009
jueves, 5 de marzo de 2009
miércoles, 4 de marzo de 2009
(lluvia vete)
lunes, 2 de marzo de 2009
CUENTO DE HADAS
Había una vez y fueron tantas veces)
un hombre que adoraba a una mujer.
Había una vez (la vez fue muchas veces)
que una mujer a un hombre idolatraba.
Había una vez (lo fue muchas más veces)
una mujer y un hombre que no amaban
o aquel o aquella que los adoraban.
Había una vez (tal vez sólo una vez)
una mujer y un hombre que se amaban.
Robert Desnos
domingo, 1 de marzo de 2009
LECCIÓN DE ANATOMÍA
¿La afectividad se genera en el cerebro?
Esencialmente el cerebro es un órgano dador de sentido
y de acuerdo con estos descubrimientos de la ciencia,
la elaboración de emociones exige la interacción
de varias estructuras cerebrales.
¿Existe por lo tanto un aprendizaje de los sentimientos?
De acuerdo con este corte del cerebro parece que sí:
el agrado, la satisfacción, el placer, la angustia, el miedo
y la frustración se pueden clasificar en los
siguientes tegumentos mesencefálicos:
Como agrado, la lluvia en el jardín, su música entre
las hojas
Como satisfacción, leyendo un poema cuyas palabras
movilizan direccionalmente la elección de otros
espacios lejanos
Como placer, juntando tu pelo sobre la almohada
Como angustia, el saber que este momento no se
repetirá jamás
Como miedo, en las pesadillas donde aparece un
enorme androide
con un cuchillo en la mano
Como frustración al saber que ya no estás en este mundo
y que nunca nos volveremos a dar la mano.
Ahora queda en la cirugía de mis colegas, los doctores
de Rembrandt
suturar el pecho de estas emociones.
(del gran Alfredo Veirave)